tgoop.com/algodelevangelio/17788
Last Update:
Nos sorprendemos para bien cuando de golpe descubrimos una riqueza inimaginable en personas que antes no teníamos en cuenta.
Nos sorprendemos para mal cuando de golpe nos distanciamos de personas que en realidad no conocíamos bien, porque en el fondo no nos escuchábamos.
¿No será que con Dios nos pasa lo mismo? ¿No será que nos alejamos de él porque nos perdemos de escucharlo? ¿No será que nos enamoramos perdidamente de su corazón porque en el fondo nunca nos decidimos a escucharlo en serio?
El amor de Dios brota y crece, casi naturalmente, cuando se escucha. La escucha es como la lluvia que riega las plantas, porque al escuchar cosas lindas, cosas de Dios, eso nos va purificando el corazón para poder verlo nítidamente y, una vez que lo vemos, empezamos a amarlo con todo el corazón, con toda el alma, el espíritu y las fuerzas. En cambio, cuando las cosas pretenden ser al revés, o sea, obligarse a amar a un Dios que no se escucha y no se sabe bien quién es, es tan imposible como estar ciego o sordo y querer enamorarse a distancia de alguien que ni siquiera se ve ni se escucha.
Empecemos por el principio y el camino será más lindo y posible. Probemos hoy escuchar y que el escuchar nos abra el corazón para amar, a Dios y a los demás, como Jesús lo pretende, porque en realidad escuchar es ya empezar a amar, y cuanto más amemos, más escucharemos.
www.algodelevangelio.org
algodelevangelio@gmail.com
p. Rodrigo Aguilar
BY Algo del Evangelio
Share with your friend now:
tgoop.com/algodelevangelio/17788