Warning: mkdir(): No space left on device in /var/www/tgoop/post.php on line 37
Warning: file_put_contents(aCache/aDaily/post/algodelevangelio/--): Failed to open stream: No such file or directory in /var/www/tgoop/post.php on line 50 Algo del Evangelio@algodelevangelio P.17787
¿Sabés por qué no nos conviene hacer de nuestra relación con Dios un comercio? Por la sencilla razón de que no es necesario y, además, no nos conviene; siempre saldremos perdiendo. Dios nos dio y no da todo su amor sin pedirnos, en principio, nada a cambio. Pensar que Dios nos puede dar algo solo y únicamente porque nosotros le damos algo, es olvidarnos de quién es Dios verdaderamente o, en el fondo, es no conocerlo todavía. Si Jesús hubiese necesitado algo de nosotros para darnos lo que él quería, no habría muerto por nosotros antes de que naciéramos; habría esperado que demos nuestro corazón, que nosotros entreguemos la vida también. Por eso, la lógica divina es al revés. Debemos descubrir todo lo que Dios hizo por nosotros, incluso sin ni siquiera merecerlo. Dice un Salmo: «¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo?». ¿Lo escuchaste alguna vez? Quiere decir que, en realidad, nuestra deuda de amor con Dios es infinita, es imposible de pagar con nuestros propios medios, con nuestro pobre amor. Su amor es impagable, diríamos. No podemos «negociar» con él por la sencilla razón de que no es necesario, ya tenemos todo lo que buscamos. Y, además, si habría que pagar el amor, dejaría de ser amor. Y, por otro lado, es infantil, es de niños, es estar con pequeñeces cuando él pretende grandezas, corazones inmensos. Por eso, toda espiritualidad que se basa en un «hacer cosas» para que Dios me dé lo que pretendo, en realidad no es cristiana plenamente, tiene algún vicio. Nuestro templo-corazón debe despojarse de todo lo que le impide correr hacia Dios libremente, sin obstáculos, sin tantas condiciones, sin tantas reglas que nosotros mismos nos imponemos, sin tantas «cadenas», sin tantas devociones, sino con una «línea directa», estando siempre online, sabiendo que él está siempre con nosotros, amándonos, sosteniéndonos, esperándonos. Espero que me entiendas, no digo que tener devociones está mal. Lo que digo es que cuando nos impiden llegar a Dios, es porque algo estamos haciendo mal. La devoción es buena, somos nosotros los que no sabemos conducirla. ¿Por qué dar tantas vueltas cuando tenemos a Jesús a la vuelta del corazón? Dejemos que él siga expulsando a todos los vendedores de nuestro interior que no nos dejan amar como él quiere. Mientras tanto, ¿qué tenemos que hacer nosotros? Escuchar. Algo del Evangelio de hoy nos enseña que lo más importante y lo primero es escuchar. No ama el que no escucha y no escucha el que no ama. «¿Cuál es el primero de los mandamientos?», le preguntaron a Jesús. «Escuchar para amar», «amarás si escuchás». Es lindo saber que el mandamiento también es de algún modo una promesa que Dios nos hace. Amarás, amarás… Vamos a terminar amando pero si empezamos por escuchar. Escuchar es lo primero que quiere él de nosotros. Sin escucha no hay posibilidad de entregarnos, no hay amor que prospere. A veces creo que los cristianos queremos empezar por el final y nos olvidamos del principio. Siempre es bueno empezar por el principio. Decía una canción muy linda: «Crece desde el pie, musiquita; crece desde el pie». Todo crece desde el pie. ¿Cómo pretender que Dios sea todo si no le damos lo primero y principal que es el oído del corazón, que hace que las palabras lleguen y nos transformen? ¿Quién se puede enamorar de alguien al que jamás escucha? Por eso es bueno volver a escuchar que el primer mandamiento en realidad es escuchar, valga la redundancia. No se puede amar a quien no se escucha. Mirá a tus hijos, a tu marido, a tu mujer, a tus hermanos, a tus amigos. Míralos y pregúntate con sinceridad si es posible amarlos de verdad si no los escuchás, si no te tomás el tiempo para saber qué piensan, qué sienten, qué necesitan, sentándote un rato con ellos. Cuando empecemos a escuchar a los que tenemos al lado, nos llevaremos muchas sorpresas, para bien y, a veces, para mal, o por lo menos para descubrir cosas que no nos gustan.
¿Sabés por qué no nos conviene hacer de nuestra relación con Dios un comercio? Por la sencilla razón de que no es necesario y, además, no nos conviene; siempre saldremos perdiendo. Dios nos dio y no da todo su amor sin pedirnos, en principio, nada a cambio. Pensar que Dios nos puede dar algo solo y únicamente porque nosotros le damos algo, es olvidarnos de quién es Dios verdaderamente o, en el fondo, es no conocerlo todavía. Si Jesús hubiese necesitado algo de nosotros para darnos lo que él quería, no habría muerto por nosotros antes de que naciéramos; habría esperado que demos nuestro corazón, que nosotros entreguemos la vida también. Por eso, la lógica divina es al revés. Debemos descubrir todo lo que Dios hizo por nosotros, incluso sin ni siquiera merecerlo. Dice un Salmo: «¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo?». ¿Lo escuchaste alguna vez? Quiere decir que, en realidad, nuestra deuda de amor con Dios es infinita, es imposible de pagar con nuestros propios medios, con nuestro pobre amor. Su amor es impagable, diríamos. No podemos «negociar» con él por la sencilla razón de que no es necesario, ya tenemos todo lo que buscamos. Y, además, si habría que pagar el amor, dejaría de ser amor. Y, por otro lado, es infantil, es de niños, es estar con pequeñeces cuando él pretende grandezas, corazones inmensos. Por eso, toda espiritualidad que se basa en un «hacer cosas» para que Dios me dé lo que pretendo, en realidad no es cristiana plenamente, tiene algún vicio. Nuestro templo-corazón debe despojarse de todo lo que le impide correr hacia Dios libremente, sin obstáculos, sin tantas condiciones, sin tantas reglas que nosotros mismos nos imponemos, sin tantas «cadenas», sin tantas devociones, sino con una «línea directa», estando siempre online, sabiendo que él está siempre con nosotros, amándonos, sosteniéndonos, esperándonos. Espero que me entiendas, no digo que tener devociones está mal. Lo que digo es que cuando nos impiden llegar a Dios, es porque algo estamos haciendo mal. La devoción es buena, somos nosotros los que no sabemos conducirla. ¿Por qué dar tantas vueltas cuando tenemos a Jesús a la vuelta del corazón? Dejemos que él siga expulsando a todos los vendedores de nuestro interior que no nos dejan amar como él quiere. Mientras tanto, ¿qué tenemos que hacer nosotros? Escuchar. Algo del Evangelio de hoy nos enseña que lo más importante y lo primero es escuchar. No ama el que no escucha y no escucha el que no ama. «¿Cuál es el primero de los mandamientos?», le preguntaron a Jesús. «Escuchar para amar», «amarás si escuchás». Es lindo saber que el mandamiento también es de algún modo una promesa que Dios nos hace. Amarás, amarás… Vamos a terminar amando pero si empezamos por escuchar. Escuchar es lo primero que quiere él de nosotros. Sin escucha no hay posibilidad de entregarnos, no hay amor que prospere. A veces creo que los cristianos queremos empezar por el final y nos olvidamos del principio. Siempre es bueno empezar por el principio. Decía una canción muy linda: «Crece desde el pie, musiquita; crece desde el pie». Todo crece desde el pie. ¿Cómo pretender que Dios sea todo si no le damos lo primero y principal que es el oído del corazón, que hace que las palabras lleguen y nos transformen? ¿Quién se puede enamorar de alguien al que jamás escucha? Por eso es bueno volver a escuchar que el primer mandamiento en realidad es escuchar, valga la redundancia. No se puede amar a quien no se escucha. Mirá a tus hijos, a tu marido, a tu mujer, a tus hermanos, a tus amigos. Míralos y pregúntate con sinceridad si es posible amarlos de verdad si no los escuchás, si no te tomás el tiempo para saber qué piensan, qué sienten, qué necesitan, sentándote un rato con ellos. Cuando empecemos a escuchar a los que tenemos al lado, nos llevaremos muchas sorpresas, para bien y, a veces, para mal, o por lo menos para descubrir cosas que no nos gustan.
bank east asia october 20 kowloon As of Thursday, the SUCK Channel had 34,146 subscribers, with only one message dated August 28, 2020. It was an announcement stating that police had removed all posts on the channel because its content “contravenes the laws of Hong Kong.” For crypto enthusiasts, there was the “gm” app, a self-described “meme app” which only allowed users to greet each other with “gm,” or “good morning,” a common acronym thrown around on Crypto Twitter and Discord. But the gm app was shut down back in September after a hacker reportedly gained access to user data. Over 33,000 people sent out over 1,000 doxxing messages in the group. Although the administrators tried to delete all of the messages, the posting speed was far too much for them to keep up. The group also hosted discussions on committing arson, Judge Hui said, including setting roadblocks on fire, hurling petrol bombs at police stations and teaching people to make such weapons. The conversation linked to arson went on for two to three months, Hui said.
from us