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Warning: file_put_contents(aCache/aDaily/post/algodelevangelio/--): Failed to open stream: No such file or directory in /var/www/tgoop/post.php on line 50 Algo del Evangelio@algodelevangelio P.17626
En la medida que, como decíamos ayer, nos vamos enamorando de la Palabra de Dios, a fuerza de entrega, de trabajo, de esfuerzo, de perseverar, de escuchar, de ser fieles día a día; la recepción de la Palabra, ya sea por estos audios, ya sea porque la leemos en paz en nuestra casa, o bien en un templo, en donde sea, se vuelve gozosa y fecunda. Cuando estamos enamorados de lo que hacemos, esperamos finalmente ese momento. Cuando estamos enamorados, esperamos al amado o a la amada como la tierra reseca espera la lluvia y la consume cuando la recibe. ¡Qué lindo que la Palabra sea eso para nuestra vida! Confieso que cuando comencé con estos audios, jamás pensé que la Palabra de Dios iba a generar tantas ansias en tantas personas que me escriben día a día. Sí tenía claro una cosa, y me convencí que era necesario leer cada día el Evangelio, no solamente comentarlo, porque descubrí en mi vida que fue la Palabra la que me cambió y no los comentarios de otros. Por eso leo el Evangelio, para que siempre brille la Palabra de Dios y no la palabra del predicador. Las palabras del sacerdote pueden faltar, el Evangelio jamás. Y la Palabra da fruto, te lo aseguro, en todos los que la escuchamos. Pidamos juntos esta gracia. Es gracia, es regalo, es como la lluvia, es gratuita, pero hay que pedir y pedir, convencerse de esta verdad. Amar hace bien, creo que lo sabemos muy bien todos. En cambio, odiar, tener rencor, ira, bronca en el corazón, nos destruye lentamente, nos hace infelices. Es por eso que Jesús quiere resguardarnos de la peor enfermedad del alma, que es la falta de amor. Los imposibles que nos pide el Señor. Eso que escuchamos el Evangelio del domingo son para nuestro bien, para hacernos felices. Lo único que corta la cadena del rencor, del odio, la indiferencia, la maldad, es el amor, el amor gratuito, desinteresado e incondicional. Cuando tenemos alguna bronca, rencor o incluso odio en el alma, lo único que hacemos es colaborar a su expansión, a que jamás se termine, a que crezca y se reproduzca. Es cierto que cuando no queremos perdonar o cuando guardamos un rencor en el corazón, siempre de algún modo tenemos alguna justificación, alguna razón que nos hace estacionarnos en ese lugar sin deseos de salir, pero también es cierto que ese camino no conduce nunca a un buen lugar. Jesús, sabiendo esa verdad, nos enseña que el camino del «ojo por ojo, diente por diente», no nos ayudará nunca, al contrario, nos enfermará. Si escuchamos las palabras de Jesús desde esta óptica, debemos reconocer que la sabiduría de sus enseñanzas son la mayor alegría que podemos experimentar. Tener la capacidad de no responder de la misma manera al mal recibido, nos hace hombres y mujeres libres, capaces de amar como lo hace nuestro Padre «Dios, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos», y nunca debemos olvidar que nosotros mismos estamos también muchas veces en ese grupo de desagradecidos y a veces un poco malos. Hoy escuchamos en Algo del Evangelio, uno de los fragmentos de la Palabra que tiene una cierta complicación, no solo por los temas que trata, sino porque además aparecen diversos temas entrelazados y sería muy extenso explicarlos todos. Sin embargo, se puede decir algo en común: Jesús les está hablando a los discípulos, a los más cercanos, es una conversación con ellos. Esto es importante aclararlo. Eso es bueno que siempre te preguntes: ¿A quién le habla Jesús en este pasaje del Evangelio? En definitiva, él nos vincula de una manera especial con él mismo. Ayer decíamos que por estar cerca de Jesús no había que pensar que éramos una elite o éramos mejores, o que teníamos el «monopolio» de él mismo, pero hoy él nos asegura algo mucho más lindo y que al mismo tiempo se transforma en una linda y pesada responsabilidad. ¡Somos de él, somos parte de él! Y por eso, el que nos hace el bien a nosotros, los que estamos unidos a él por el bautismo, le hacen bien al mismo Cristo de una manera especial. Esto es increíble y es así.
En la medida que, como decíamos ayer, nos vamos enamorando de la Palabra de Dios, a fuerza de entrega, de trabajo, de esfuerzo, de perseverar, de escuchar, de ser fieles día a día; la recepción de la Palabra, ya sea por estos audios, ya sea porque la leemos en paz en nuestra casa, o bien en un templo, en donde sea, se vuelve gozosa y fecunda. Cuando estamos enamorados de lo que hacemos, esperamos finalmente ese momento. Cuando estamos enamorados, esperamos al amado o a la amada como la tierra reseca espera la lluvia y la consume cuando la recibe. ¡Qué lindo que la Palabra sea eso para nuestra vida! Confieso que cuando comencé con estos audios, jamás pensé que la Palabra de Dios iba a generar tantas ansias en tantas personas que me escriben día a día. Sí tenía claro una cosa, y me convencí que era necesario leer cada día el Evangelio, no solamente comentarlo, porque descubrí en mi vida que fue la Palabra la que me cambió y no los comentarios de otros. Por eso leo el Evangelio, para que siempre brille la Palabra de Dios y no la palabra del predicador. Las palabras del sacerdote pueden faltar, el Evangelio jamás. Y la Palabra da fruto, te lo aseguro, en todos los que la escuchamos. Pidamos juntos esta gracia. Es gracia, es regalo, es como la lluvia, es gratuita, pero hay que pedir y pedir, convencerse de esta verdad. Amar hace bien, creo que lo sabemos muy bien todos. En cambio, odiar, tener rencor, ira, bronca en el corazón, nos destruye lentamente, nos hace infelices. Es por eso que Jesús quiere resguardarnos de la peor enfermedad del alma, que es la falta de amor. Los imposibles que nos pide el Señor. Eso que escuchamos el Evangelio del domingo son para nuestro bien, para hacernos felices. Lo único que corta la cadena del rencor, del odio, la indiferencia, la maldad, es el amor, el amor gratuito, desinteresado e incondicional. Cuando tenemos alguna bronca, rencor o incluso odio en el alma, lo único que hacemos es colaborar a su expansión, a que jamás se termine, a que crezca y se reproduzca. Es cierto que cuando no queremos perdonar o cuando guardamos un rencor en el corazón, siempre de algún modo tenemos alguna justificación, alguna razón que nos hace estacionarnos en ese lugar sin deseos de salir, pero también es cierto que ese camino no conduce nunca a un buen lugar. Jesús, sabiendo esa verdad, nos enseña que el camino del «ojo por ojo, diente por diente», no nos ayudará nunca, al contrario, nos enfermará. Si escuchamos las palabras de Jesús desde esta óptica, debemos reconocer que la sabiduría de sus enseñanzas son la mayor alegría que podemos experimentar. Tener la capacidad de no responder de la misma manera al mal recibido, nos hace hombres y mujeres libres, capaces de amar como lo hace nuestro Padre «Dios, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos», y nunca debemos olvidar que nosotros mismos estamos también muchas veces en ese grupo de desagradecidos y a veces un poco malos. Hoy escuchamos en Algo del Evangelio, uno de los fragmentos de la Palabra que tiene una cierta complicación, no solo por los temas que trata, sino porque además aparecen diversos temas entrelazados y sería muy extenso explicarlos todos. Sin embargo, se puede decir algo en común: Jesús les está hablando a los discípulos, a los más cercanos, es una conversación con ellos. Esto es importante aclararlo. Eso es bueno que siempre te preguntes: ¿A quién le habla Jesús en este pasaje del Evangelio? En definitiva, él nos vincula de una manera especial con él mismo. Ayer decíamos que por estar cerca de Jesús no había que pensar que éramos una elite o éramos mejores, o que teníamos el «monopolio» de él mismo, pero hoy él nos asegura algo mucho más lindo y que al mismo tiempo se transforma en una linda y pesada responsabilidad. ¡Somos de él, somos parte de él! Y por eso, el que nos hace el bien a nosotros, los que estamos unidos a él por el bautismo, le hacen bien al mismo Cristo de una manera especial. Esto es increíble y es así.
Although some crypto traders have moved toward screaming as a coping mechanism, several mental health experts call this therapy a pseudoscience. The crypto community finds its way to engage in one or the other way and share its feelings with other fellow members. Hashtags are a fast way to find the correct information on social media. To put your content out there, be sure to add hashtags to each post. We have two intelligent tips to give you: Your posting frequency depends on the topic of your channel. If you have a news channel, it’s OK to publish new content every day (or even every hour). For other industries, stick with 2-3 large posts a week. It’s yet another bloodbath on Satoshi Street. As of press time, Bitcoin (BTC) and the broader cryptocurrency market have corrected another 10 percent amid a massive sell-off. Ethereum (EHT) is down a staggering 15 percent moving close to $1,000, down more than 42 percent on the weekly chart. On June 7, Perekopsky met with Brazilian President Jair Bolsonaro, an avid user of the platform. According to the firm's VP, the main subject of the meeting was "freedom of expression."
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