Warning: mkdir(): No space left on device in /var/www/tgoop/post.php on line 37
Warning: file_put_contents(aCache/aDaily/post/algodelevangelio/--): Failed to open stream: No such file or directory in /var/www/tgoop/post.php on line 50 Algo del Evangelio@algodelevangelio P.17383
No se cambiar de un día para el otro, hay que reconocerlo. Por más que queramos, por más «poderosos» que nos creamos, a veces no podemos cambiar como quisiéramos. Los grandes hombres de la historia, los santos, fueron «poderosos» porque en realidad se dejaron transformar y cambiar desde adentro por el poder de Jesús. Ese es el verdadero poder. Todo lo demás, todo lo que nos propone este mundo como seducción, es un poder barnizado –que brilla por fuera pero que no tiene nada dentro–, poder que termina destruyendo, incluso podríamos decir que hasta nos puede dejar vacíos. No se cambia automáticamente, no se cambia por decreto, ni se cambia únicamente por una decisión personal. Cambiar es también una gracia que debemos pedir todos los días. Ni voluntarismo que se cree poderoso, ni gracia pura sin nuestra libertad, sino que es gracia unida a nuestra decisión, gracia que impulsa nuestras decisiones y las acompaña. Por eso Jesús es más poderoso que nosotros, porque Él logra lo que en realidad nosotros no podemos lograr con nuestras fuerzas y lo logra con la fuerza que le viene del amor. El verdadero poder de Jesús, que se puso de manifiesto en su bautismo, es su humildad, y su humildad está arraigada en su sentirse amado por su Padre, predilecto. El verdadero poder, que va a contramano de todos los poderes de este mundo, es la humildad. Solo el humilde es poderoso verdaderamente, solo el humilde puede cambiar desde lo más profundo del corazón. La Palabra de Dios es una de las herramientas que nos dejó Jesús para ir transformando nuestro corazón, para ir aprendiendo a ser humildes. Todas las palabras de Jesús que necesitamos para vivir según sus enseñanzas, todas las palabras y gestos que necesitamos para conocerlo, quedaron para siempre en los evangelios. No tenemos que buscar nada más. Por más que haya cosas buenas dando vueltas, por ahí nos sirvan, en realidad no necesitamos más que su Palabra. Obviamente, vuelvo a decir que no está mal dejarse ayudar por otros textos, libros, por autores, por diferentes espiritualidades, pero si falta la Palabra de Dios, te diría que falta lo más grande e importante. En Algo del evangelio de hoy escuchamos, por decirlo de alguna manera, una síntesis de un día de la vida de Jesús. Bastante movidito diríamos, con un poco de todo. Pero me quería detener hoy en una frase muy significativa de Simón, cuando lo encuentra a Jesús que se había ido a orar bien temprano: «Todos te andan buscando». Antes de pensar la respuesta real que dio Jesús, ¿qué hubieses esperado que responda?, me animo a preguntarte. Por ahí algo lógico que podríamos imaginar es que Jesús haya dicho: «Bueno, ahí voy, que me esperen». Como queriendo complacer la necesidad de tanta gente. Algo que nos encantaría. Sin embargo, Jesús no toma ese reclamo, sino que contesta otra cosa totalmente distinta: «Vayamos a otra parte, a predicar también a las poblaciones vecinas, porque para eso he salido». Nada que ver diríamos nosotros. Lo buscan por una cosa y Él se termina yendo para otro lado. Ahora, una linda pregunta que podríamos hacernos es: ¿Para qué buscaban a Jesús en realidad? ¿Qué querían de Él? Evidentemente, si su «fama se había extendido por toda la región» por los exorcismos que hacía, las curaciones, seguramente la gente necesitaba y buscaba ser sanada, curada, liberada. Pero lo curioso y para cuestionarnos es que Jesús no parece tomar mucho este pedido, no parece tener mucho en cuenta estas necesidades, o por lo menos las pone en segundo plano. No quiere que los demonios digan quién es y no atiende los reclamos de todos los que lo buscan para ser curados. En realidad, Jesús fundamentalmente quiere que lo escuchen, quiere predicar: «Vayamos a otra parte, a predicar». Enseñaba y enseña de una manera nueva, de corazón y viviendo todo lo que enseñaba. El Evangelio de hoy se hace carne también de esta manera, con sus luces y sombras.
No se cambiar de un día para el otro, hay que reconocerlo. Por más que queramos, por más «poderosos» que nos creamos, a veces no podemos cambiar como quisiéramos. Los grandes hombres de la historia, los santos, fueron «poderosos» porque en realidad se dejaron transformar y cambiar desde adentro por el poder de Jesús. Ese es el verdadero poder. Todo lo demás, todo lo que nos propone este mundo como seducción, es un poder barnizado –que brilla por fuera pero que no tiene nada dentro–, poder que termina destruyendo, incluso podríamos decir que hasta nos puede dejar vacíos. No se cambia automáticamente, no se cambia por decreto, ni se cambia únicamente por una decisión personal. Cambiar es también una gracia que debemos pedir todos los días. Ni voluntarismo que se cree poderoso, ni gracia pura sin nuestra libertad, sino que es gracia unida a nuestra decisión, gracia que impulsa nuestras decisiones y las acompaña. Por eso Jesús es más poderoso que nosotros, porque Él logra lo que en realidad nosotros no podemos lograr con nuestras fuerzas y lo logra con la fuerza que le viene del amor. El verdadero poder de Jesús, que se puso de manifiesto en su bautismo, es su humildad, y su humildad está arraigada en su sentirse amado por su Padre, predilecto. El verdadero poder, que va a contramano de todos los poderes de este mundo, es la humildad. Solo el humilde es poderoso verdaderamente, solo el humilde puede cambiar desde lo más profundo del corazón. La Palabra de Dios es una de las herramientas que nos dejó Jesús para ir transformando nuestro corazón, para ir aprendiendo a ser humildes. Todas las palabras de Jesús que necesitamos para vivir según sus enseñanzas, todas las palabras y gestos que necesitamos para conocerlo, quedaron para siempre en los evangelios. No tenemos que buscar nada más. Por más que haya cosas buenas dando vueltas, por ahí nos sirvan, en realidad no necesitamos más que su Palabra. Obviamente, vuelvo a decir que no está mal dejarse ayudar por otros textos, libros, por autores, por diferentes espiritualidades, pero si falta la Palabra de Dios, te diría que falta lo más grande e importante. En Algo del evangelio de hoy escuchamos, por decirlo de alguna manera, una síntesis de un día de la vida de Jesús. Bastante movidito diríamos, con un poco de todo. Pero me quería detener hoy en una frase muy significativa de Simón, cuando lo encuentra a Jesús que se había ido a orar bien temprano: «Todos te andan buscando». Antes de pensar la respuesta real que dio Jesús, ¿qué hubieses esperado que responda?, me animo a preguntarte. Por ahí algo lógico que podríamos imaginar es que Jesús haya dicho: «Bueno, ahí voy, que me esperen». Como queriendo complacer la necesidad de tanta gente. Algo que nos encantaría. Sin embargo, Jesús no toma ese reclamo, sino que contesta otra cosa totalmente distinta: «Vayamos a otra parte, a predicar también a las poblaciones vecinas, porque para eso he salido». Nada que ver diríamos nosotros. Lo buscan por una cosa y Él se termina yendo para otro lado. Ahora, una linda pregunta que podríamos hacernos es: ¿Para qué buscaban a Jesús en realidad? ¿Qué querían de Él? Evidentemente, si su «fama se había extendido por toda la región» por los exorcismos que hacía, las curaciones, seguramente la gente necesitaba y buscaba ser sanada, curada, liberada. Pero lo curioso y para cuestionarnos es que Jesús no parece tomar mucho este pedido, no parece tener mucho en cuenta estas necesidades, o por lo menos las pone en segundo plano. No quiere que los demonios digan quién es y no atiende los reclamos de todos los que lo buscan para ser curados. En realidad, Jesús fundamentalmente quiere que lo escuchen, quiere predicar: «Vayamos a otra parte, a predicar». Enseñaba y enseña de una manera nueva, de corazón y viviendo todo lo que enseñaba. El Evangelio de hoy se hace carne también de esta manera, con sus luces y sombras.
How to Create a Private or Public Channel on Telegram? Members can post their voice notes of themselves screaming. Interestingly, the group doesn’t allow to post anything else which might lead to an instant ban. As of now, there are more than 330 members in the group. The initiatives announced by Perekopsky include monitoring the content in groups. According to the executive, posts identified as lacking context or as containing false information will be flagged as a potential source of disinformation. The content is then forwarded to Telegram's fact-checking channels for analysis and subsequent publication of verified information. To delete a channel with over 1,000 subscribers, you need to contact user support While some crypto traders move toward screaming as a coping mechanism, many mental health experts have argued that “scream therapy” is pseudoscience. Scientific research or no, it obviously feels good.
from us