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NUEVE...
Queda muy claro, en la experiencia íntima de cada individuo, que muchos han sentido —aunque sea como un susurro lejano— lo que significan energéticamente los números. Y sorprendentemente, como tantas otras cosas en estos caminos sutiles, este año vibra con el nueve. Las sincronías, las conexiones, los hilos invisibles que atraviesan nuestros procesos personales… todo nos ha traído hasta este momento. Lo he dicho desde siempre, incluso en los tiempos de vieja energía, pero desde 2015 en adelante los equinoccios, los solsticios, los eclipses, han servido como verdaderos portales hacia el despertar. El nueve, que significa el fin. El nueve, que también significa el comienzo. Esta doble cara se experimenta con intensidad, como cuando algo se cierra y, al mismo tiempo, se abre.
Desde el 7/7 comenzamos a transitar este pasaje profundo. Nos lanzamos en vuelo directo hacia el portal del León, sin escalas ni distracciones. Todo este recorrido está impregnado por la nueva línea de tiempo. Y por eso, en tantas experiencias individuales, se han cortado lazos. Se han disuelto relaciones tejidas en la antigua energía. Y no sólo vínculos con personas, sino con espacios, comidas, conversaciones, temas. Se han cerrado esquinas y capítulos. Una parte de tu vida ha terminado. Puedes verlo. Lo sé.
Pero esto no ocurre desde la mirada del juicio ni la culpa. Nada que ver. Cada vez que el pasado se aproxima, cada vez que volvemos a tocarlo aunque sea por un instante, sentimos esa vibración antigua. Y ahí, es como si el alma se enlazara brevemente con la vieja línea de tiempo. Para algunos eso duele mucho, a otros les cuesta menos, pero en todos hay una separación que toca algo sensible. Porque, aunque no nos guste, la densidad humana nos alcanza. Inconscientemente extrañamos, nos desorientamos. Y eso también es parte del camino. Merece ser contemplado.
Muchos ahora están renaciendo. Es notorio. Es claro. Humanamente perceptible. Los finales se sienten con fuerza, y las ansias de lo nuevo brillan como faros en medio del tránsito. Este año ha sido limpieza final para muchos. Otros se están recalibrando. Pero la gran mayoría está cerrando definitivamente aquellas viejas líneas de tiempo, soltando ese pasado que duele simplemente por ser lo que fue.
Desde el respeto absoluto a cada proceso, hay muchos que ya están generando sus traslados. Algunos se van a otra habitación, otros a otra ciudad, otros a otro país. Pero más allá del movimiento físico, lo esencial es el movimiento energético: hacia espacios más iluminados, más alineados con el alma actual. Con el cuerpo que hoy habitas. Con la persona que eres hoy. Nadie deja los platos sucios junto a los platos limpios, ¿verdad?
Y entonces surge la reflexión inevitable: donde tú vas, vas vos. No los demás. No se puede llevar el pasado a la nueva vida. La frecuencia es otra. Más alta. No siempre visible en lo cotidiano, pero sí real. Y por eso necesitas un entorno nuevo. Lo que fuiste ya no encaja con lo que estás siendo. Y si has pedido el cambio, si has descendido con un propósito, entonces hay que dejar atrás lo viejo para poder integrarte en lo nuevo.
Y en medio de tanto movimiento —movimientos de tierra que seguirán, alineaciones planetarias, Saturno, Mercurio, Venus, pronto Quirón— todo se va dirigiendo hacia la Puerta de los Leones. Y sí, han aparecido viejos fantasmas. Muchos creyeron que ya se habían ido. Pero volvieron. Y si están aquí, es porque están listos para irse. Si aparecieron entre el 7/7 y la última luna, entonces estás en el camino correcto. Energéticamente estás haciendo lo que corresponde.
Porque los cambios no los haces tú. Los hace la energía. No tu voluntad. No tus cursos. Y eso también está cambiando: la voluntad está dejando lugar a la conciencia. Pero ese, quizás, sea un capítulo aparte.
Ánimo
Eduardo Ostranjov
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BY Visionaria * Visiones Infinitas

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